Otras aventuras: Reseña de Panorama (Maracaibo)

ABUELOS coronaron el pico Bolívar
Tomado del diario Panorama del 23 de diciembre de 2007
Texto: Annel Mejías (Periodista del diario Panorama, radicada en en Mérida)




A las 2:30 pm del 15 de diciembre llegaron al busto de Simón Bolívar. Ascendieron desde los 4.600 m.s.n.m, en la Laguna de Timoncito, hacia los 4.980 de la cumbre más alta del país. Los acompañaron sus yernos y un amigo.

Con la garganta llena de emoción, nerviosos y agotados, los esposos Godoy Jiménez rompieron el silencio del Pico Bolívar a las 2:30 de la tarde al gritar a todo pulmón: “¡¡Cuumbreee!!” el pasado sábado 15 de diciembre.

Estaban allí, junto al busto de Simón Bolívar, sentados a 4.980 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m), sostenidos por una laja de piedra gris, dándole la espalda a un precipicio.

Pocos minutos fueron suficientes para decir lo que deseaban. “¡Jesús, te amo, te necesito!”, dijo emocionada Camelia Jiménez de Godoy, de 62 años, mientras su esposo Gonzalo Godoy, de 64 años, izó la imagen de la Virgen del Carmen entre la neblina y recitó un Ave María para honrar a la Madre de Dios.

Aníbal Rodríguez, su yerno, y Franklin López, amigo, los acompañaron en esta aventura.



Experiencia

“Uno se queda sin respiración al ver la grandeza del Creador, todo es tan perfecto, hace la invitación para que uno se pregunte de dónde soy y quién soy”, reflexiona Camelia ya tranquila, en la casa de su hija en Mérida.

A pesar de estar en verano, les nevó dos veces “y cayó granizo también. La montaña se comportó como en invierno”, relata Gonzalo, quien hoy llegaba a Maracaibo, su hogar desde hace 40 años desde que se casó con Camelia.

“Somos tocuyanos, pero maracuchos de corazón. Siempre que participamos en un evento deportivo representamos al Zulia. Nuestras dos hijas nacieron en Maracaibo y hemos practicado velerismo desde 1977 en el Lago”, dice Gonzalo.

Frotándose los dedos, Camelia cuenta que las manos aún no le han despertado bien, “imagínate cómo era el frío allá. Fue bueno, pero duro”, explica para describir cómo es estar en medio del choque de vientos que suben del cañón del Chama, desde Mérida, y de los Llanos de Barinas.

La iniciativa

Hace un año Gonzalo le propuso a Camelia subir el pico Bolívar. “Lo vi un poco lejano, pero acepté. Cualesquiera de los dos invita para las aventuras”, expone ella, quien practica con su esposo excursiones en Gran Sabana y marcha olímpica.

Entre ocho y diez kilómetros diarios caminaban en la Vereda del Lago para prepararse físicamente para el nuevo reto.

El año pasado subieron dos veces hacia la Laguna Coromoto, en Mérida. Luego intentaron conquistar Pan de Azúcar, en el páramo La Culata, y “fue frustrado, me dio mal de páramo”, confiesa Camelia. “Después del Bolívar, ya eso me parece sencillo”.

Darwin López, Joel Jiménez y Joel Sánchez formaron el equipo de guías, “los dorados ángeles de la guarda”, los llaman ellos.

Los expertos les sugirieron que, por su edad, no hicieran el recorrido completo desde la Mucuy hacia la Coromoto y luego a la cumbre, sino que fueran desde el Espejo hacia el Bolívar, donde necesitarían mucha energía.

El jueves 13 de diciembre ascendieron por teleférico hasta la estación La Aguada para aclimatarse y caminaron hacia la posada de Pedro Peña, nieto de Domingo Peña, el primer nevadero en llegar al pico Bolívar.

Allí se quedaron esa noche. Al día siguiente tomaron el teleférico hasta el Espejo, a 4.765 m.s.n.m, donde iniciaron la caminata el sábado a las 7:30 am.

Gonzalo y Camelia bajaron por los riscos de La Cloaca para llegar a la explanada de la Laguna de Timoncito, donde armaron su campamento a 4.600 m.s.n.m.

“Subimos por la Ruta Weiss, la más sencillita, entre comillas”, recuerda Camelia, quien junto a su compañero, yernos y amigos arribaron a un sitio llamado la Roca Táchira, luego se desviaron hacia La Ventana y allí, sobre una cornisa, coronaron. Ellos le dieron la espalda al llano de hielo de la ruta norte, se desviaron hacia el glaciar principal del Pico y entraron por el sur para subir a la cumbre.

“Nuestros ángeles nunca habían guiado a parejas de nuestra edad. Dicen que es la primera vez que sube un matrimonio venezolano mayor de 60 años”, explica Camelia, quien es abuela de cuatro hermosos nietos.

La bajada

Una vez atrapados entre la montaña y la nieve, sólo se escuchaba el sonido del silencio. “El camino no se ve, es como la canción: caminante no hay camino, se hace camino al andar”, describe Camelia.

Al regresar, un percance ocurrió. Justamente bajando una cornisa en rapel, una corriente de aire la movió para hacer un péndulo.

En vez de soportarse con el pie, se lesionó su rodilla derecha y en el rebote se golpeó la cadera izquierda. “Cuando miré para abajo y vi unos 12 metros de cuerda, me puse torpe”, dice entre bromas Camelia, recordando ese doloroso instante que le hizo comprender la importancia del compañerismo en este deporte.

Después, cayó de lado por una rampa nevada en forma de escalera, soltándose de los guías que la cargaban.

En los diez minutos que duró acostada sobre la nieve, esperando que la rescataran, camelia sintió lo agradable que es vivir en paz cada día.

“Siempre he querido dar lo mejor de mí: ser la mejor madre, la mejor esposa, vecina. Allí estaba tan tranquila y confiada que no lloré ni sentí miedo, porque no debía ningún ‘te amo’ a nadie”, dice conmovida.

El guía Darwin se lo había asegurado: “Señora Camelia, no se preocupe, así como le prometí la cumbre, le prometo el regreso”, le dijo.

Y así, en chuco, en silla de mano, en rapel y colgada, las 7:30 pm llegó a la ciudad de Mérida, con ganas de seguir escalando junto a su esposo otras montañas de Latinoamérica.

2 comentarios:

  1. Osea, que les puedo decir, quede como Condorito (Plop), si hay dos personas en Venezuela de la que me siento tan orgulloso son ustedes dos (Gonzalo y Camelia) en verdad que cuando llegue a los 45 me encantaria tener al menos la mitad de la fuerza y espiritu aventureros que tienen. Les he mostrado a todos mis companeros de trabajo las fotos y no lo pueden creer dicen que eso es imposible, puyes yo les conteste que no saben lo loco que son jajajaja, en verdad que me siento muy orgulloso de ser Venezolano y se lo debo a ustedes por supuesto. No se imaginan como los he extranado, ustedes han sido y seran siempre como una familia para mi. Si alguna vez deciden viajar a Europa y hacer una de sus locuras por favor diganme que yo me anoto. Un Beso y abrazo los quiere con mucho carino.

    Otto

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  2. Camelia y Gonzalo...por aquí también se alcanzan cumbres. Gracias por la tarde de ayer! y como Pinato no se cansa -para mi azoro- de deir que soy poeta, visitenme en
    http//www.tinta-china.net. besos y abrazos,ustedes son una bendición.

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